Es en serio, no tengo nada que decir... el acto de bloggear se está convirtiendo en algo incómodo en estos días, cuando veo que todos escriben algo, menos yo...
Y cuando pienso en un tema que exponer en mi humilde espacio, solo viene a mi cabeza hablar de mi nariz.
¿A quién se le ocurre?... Lleva 22 años siendo grande y ahora es que me viene a dar el complejo de narizona.
Debe ser porque me he tomado muchas fotos en estos días y en diversos ángulos, desde los cuales mi nariz se ve inmensa y me hace pensar en ella, para hacerme, también, escribir sobre ella.
A mí me gusta mi nariz, de verdad... toda mi vida me han dicho sobrenombres por ella, y nunca me han dado ganas de cambiarla por otra más pequeña.
Lo que no entiendo aún, es como puede gustarle a los demás... porque a algunas personas le he gustado... y en estos días de ocio y muchas fotos, he estado pensando es en esto.
Cleopatra era narizona según dicen, Barabara Streisand también... y mírenlas... Famosísimas...
No sé a qué conclusión quiero llegar, solo tenía ganas de hablar de mi nariz, ésa, la que nunca va a parar de crecer (como todas las narices del mundo), la que se parece a la de mi papá y la que, personalmente, sí tiene buenos ángulos de vez en cuando.
Mi nariz es bastante larga. Está unida a mi cara por un lomito bastante arqueado que le da un toque más árabe a mi rostro y no es ancha, pero es punteaguda.
Muchos dicen que va con mi cara y yo quiero creerlo, de hehco lo creo. Cuando me rio se arquea más hacia abajo y me recuerada más a mi papá, cuya nariz es así sin necesidad de reírse.
Los genes... y los genes árabes... es difícil luchar contra ellos (Naturalmente, digo) Te recuerdan todos los ías de quien eres hija, de quien eres nieta, sobrina y hasta prima tercera.
Y como a mí todavía me gusta acordarme de mi papá cada vez que me veo en el espejo, me quedo como Cleopatra y Bárbara Streisand... Famosísima.