Un día mi mamá llegó a la casa con la decisión tomada de que las Navidades (del 2009) las pasaríamos en Argentina.
Luego de muchos trámites (Cadivi, cadivi, cadivi) nos fuimos al Sur a pasar tres días en Buenos Aires, tres días en Bariloche y tres días en Buenos Aires.
Luego de los primeros tres días -y cansados de tanto caminar- llegamos al aereopuerto de la capital para agarrar el avión hacia más al Sur.
Yo tenía mucho sueño, eran como las 10 am. Llamaron para hacer la cola de embarque y de verdad tenía mucho sueño. Sin querer, se los juro que sin querer, me colée en la cola. Ahí mismo me di cuenta de lo que había pasado y le pedí perdón al señor que iba en el puesto que me metí sin querer, repito. Él, con su barba perfectamente afeitada, su franela blanca que que se veía que no era cualquier franela blanca, sus jeans cobalto y un bolso Marc Jacobs, me dijo: "No pasa nada, de verdad no pasa nada, quedáte ahí".
Sí, me fijé en todo él mientras me dijo sólo eso con una voz muy baja y con un acento muy argentino.
El avión se retrasó y la cola se disolvió. Dos horas de espera me dieron chance de verlo y preguntarme de dónde lo conocía, porque estaba segura que lo había visto antes.
Se sentó en el piso y sacó una MacBook negra igualita a la mía... Me dije: "Mira, tenemos algo en común".
Llegó el mini avión que nos llevaría a la Patagonia, los dos nos bajamos en Bariloche. Yo seguía preguntándome quién era él, hasta que el frío imprevisto no me dejó pensar más.
Dos meses después, fastidiada en el trabajo me puse a jurungarle al vida a Oliver Zahm y en su blog (Purple-diary.com) me encontré de frente a Marcelo Burlón.
Copy paste a su nombre en Google.
Resulta que me le había coleado -sin querer- a un ex PR de Alexander McQueen, Givenchy y Gucci, entre muchos otros. Me le había coleado -sin querer- al editor in chief de Rodeo Magazine (RIP) (Como él mismo la describe)
Si eso no es una señal del destino yo no sé qué es.
Aquí les dejó su blog: http://www.marceloburlonblog.com/ que conseguí hoy, cuyo último post es una entrevista a, nada más y nada menos, que Devendra Banhart. Si eso no es otra señal del destino, yo no sé qué es.
Luego de muchos trámites (Cadivi, cadivi, cadivi) nos fuimos al Sur a pasar tres días en Buenos Aires, tres días en Bariloche y tres días en Buenos Aires.
Luego de los primeros tres días -y cansados de tanto caminar- llegamos al aereopuerto de la capital para agarrar el avión hacia más al Sur.
Yo tenía mucho sueño, eran como las 10 am. Llamaron para hacer la cola de embarque y de verdad tenía mucho sueño. Sin querer, se los juro que sin querer, me colée en la cola. Ahí mismo me di cuenta de lo que había pasado y le pedí perdón al señor que iba en el puesto que me metí sin querer, repito. Él, con su barba perfectamente afeitada, su franela blanca que que se veía que no era cualquier franela blanca, sus jeans cobalto y un bolso Marc Jacobs, me dijo: "No pasa nada, de verdad no pasa nada, quedáte ahí".
Sí, me fijé en todo él mientras me dijo sólo eso con una voz muy baja y con un acento muy argentino.
El avión se retrasó y la cola se disolvió. Dos horas de espera me dieron chance de verlo y preguntarme de dónde lo conocía, porque estaba segura que lo había visto antes.
Se sentó en el piso y sacó una MacBook negra igualita a la mía... Me dije: "Mira, tenemos algo en común".
Llegó el mini avión que nos llevaría a la Patagonia, los dos nos bajamos en Bariloche. Yo seguía preguntándome quién era él, hasta que el frío imprevisto no me dejó pensar más.
Dos meses después, fastidiada en el trabajo me puse a jurungarle al vida a Oliver Zahm y en su blog (Purple-diary.com) me encontré de frente a Marcelo Burlón.
Copy paste a su nombre en Google.
Resulta que me le había coleado -sin querer- a un ex PR de Alexander McQueen, Givenchy y Gucci, entre muchos otros. Me le había coleado -sin querer- al editor in chief de Rodeo Magazine (RIP) (Como él mismo la describe)
Si eso no es una señal del destino yo no sé qué es.
Aquí les dejó su blog: http://www.marceloburlonblog.com/ que conseguí hoy, cuyo último post es una entrevista a, nada más y nada menos, que Devendra Banhart. Si eso no es otra señal del destino, yo no sé qué es.
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