El mundo era entonces una inmensa bola de goma cubierta de polvo que estaba toda pintada de verde, azul y marrón. El sol alardeaba durante el día y la luna se lamentaba en las noches. No había en su superficie ningún ser que, sirviendo para algo sirviera para nada o que no sirviendo para nada se empeñara en servir para algo. Nada ni nadie entendía su existencia, nada ni nadie excepto ellas.
Ellas eran las hijas del guáramo, de la tierra húmeda, del río, de la caña de azúcar, del tambor, del araguaney, del turpial, del morichal y de la espuma del mar. Al vivir sobre una inmensa bola de goma, llegaron a la conclusión de que su existencia sólo tendría sentido a medida que aprendieran a jugar.
¿Qué es la vida?
Un frenesí
¿Qué es la vida?
Una ilusión, una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño
que toda la vida es sueño
y los sueños sueños son.
Calderón de la Barca debe estar equivocado, se decían una a la otra al contemplarse en medio de las calles.
La vida no puede ser sólo un sueño (argumentaban) porque, de serlo, no entiendo cómo podría soñarme así. Estamos más cerca de ser una pesadilla que de ser una ilusión.
Si yo fuese simplemente mis sueños (repetía una lamentándose) debo ser bien tonta porque me la paso soñando que sueño y soñando que sueño que soñaba. Si todo lo que soy es mi sueño, ¿no debería ser sin soñar?
Seguramente (respondían las otras), seguramente.
Por lo tanto (dijo una de ellas en tono convincente) la vida es un juego.
¿Un juego? (preguntaron las demás)
Un juego (repitió convencida)
¿Y a qué jugamos? (interrogaron incrédulas)
A vivir
¿Y con qué jugamos?
Con todo
¿Con todo?
Con todo. ¿Qué no lo ven? (les preguntó)
Pues no, no lo vemos (respondieron desanimadas)
A ver, ¿quiénes son los seres más felices entre los hombres?
Los niños (respondieron al unísono).
¿Entonces?
Entonces vayamos a jugar (respondieron todas entre un amago de sonrisas)
¿Y podemos tener un juguete favorito? (preguntó una)
Por supuesto (respondió la interpelada)
A ver ¿cuál es el tuyo? (la interrogó nuevamente)
¿El mío? El mío son las palabras...
¿Las palabras? ¿Por qué tan aburrido?
Porque las palabras son el inicio y el final de todo. La vida humana comenzó con las palabras, la amistad, el amor, la valentía... Sin las palabras no habría vida porque no tendríamos nada qué decirnos ni cómo decírnoslo. Sin ellas, todo sería frío y gris y húmedo. La indiferencia, por ejemplo, es la ausencia de palabras.
¿Qué no lo es el silencio?
No. El silencio es la no necesidad de palabras, no su ausencia. Las palabras más bellas nacen del silencio porque estando en silencio se habla con Dios... Es un estado de plenitud absoluta, de felicidad irreversible...
Pues mi juguete favorito son las estrellas (dijo otra)
¿Las estrellas? ¿Y cómo piensas jugar con ellas si están a millones de años luz de ti? (le preguntó una riendo)
Fácil. Construyo estrellas de papel, de barro, de cartón, de cuarzo y de escarcha, y pretendo que son de fuego. Y por las noches, cuando nadie me ve, pego mi nariz al vidrio de las ventanas y las observo durante horas e imagino que salto sobre ellas dibujando estelas de luz por todo el universo.
Yo tengo muchos juguetes favoritos (dijo otra). Adoro las voces, la vainilla y las películas.
¿La vainilla?
Sí, la vainilla. De hecho, siempre sueño que soy una esponjosa torta de vainilla que todo el mundo desea comer a besos.
Entonces lo que te gusta es que te besen...
Hummm... sí, la verdad es que los besos son otro de mis juguetes favoritos.
Pues a mí me gusta ser mujer. Me gusta oler a frutillas y que me digan que huelo rico; me gusta llevar el cabello liso y enredarlo entre mis dedos mientras los chicos me hablan. Me gusta comprarme zarcillos grandes y espléndidos; me gusta pestañear lentamente y adoro los sostenes de Victoria's Secret.
¿Y los rosados? (preguntó una)
¡Cierto! también me encantan los rosados.
Una pregunta más (saltó la estrella) ¿Somos las únicas que sabemos esto?
Quizás... (Respondió las palabras)
¿Y eso nos hace sentir mejores o peores? (preguntó la mujer)
Nos hace charolastras (respondió la vainilla)
¿Charolastras? ¿qué es eso? (preguntaron la estrella y la mujer)
La espuma (dijo las palabras)
¿Y qué hace la espuma? (preguntaron de nuevo)
Se da... (dijo la vainilla)
¿Como el mar? (preguntó la estrella)
Sí (respondió las palabras), como el mar...
Lo eran todo, pero no podían saberlo. Cuando uno sabe las cosas difícilmente puede olvidarlas porque las únicas cosas que olvidamos son, precisamente, aquellas que no sabemos. Por lo tanto, al no poder saberse, tendían a olvidar que lo eran todo.
Por si acaso se les había olvidado... Gracias jolie.
4 comentarios:
Sabes que es de las cosas más lindas que tiene la fruta, mi fruta? el grandioso sentido de la oportunidad!!!! TE AMO, demasiada falta leer esto...
besosssss
¡Que belloooooooooooooooooooooooo!
Se me había olvidado por completo este cuento! Ni siquiera sé dónde lo tengo jajajaja, creo que se borró de mi computadora o algo así... Berro, ¿de verdad escribí eso? Creo que antes escribía más bonito que ahora... Jajajaja.
¡GRACIAS por este momento, Jolie!
Y, bueno, ¡A JUGAR!
Te quierooooooooo,
Deb.
Y tú eres la más linda, Jolie.
La vainilla...
q bonito!
a jugar y a soñar (pasito a pasito!)
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